sábado, 30 de enero de 2016

La gran fábrica de borregos

             A la inmensa mayoría le gusta salir un viernes por la noche para dar una vuelta, aunque no todos tienen la inmensa suerte de poder hacerlo, al menos con cierta regularidad, debido, sobre todo, a cuestiones económicas. Para los que nos encontramos en dicha situación, lo normal es apoltronarse sobre el sofá delante del televisor, para dejar descansar las neuronas que aún funcionan, si, como en mi caso, uno está estudiando oposiciones o, más concretamente, después de haber estado haciendo un gran bol de ensaladilla rusa para la cena de la sesión intensiva de rol del día siguiente, donde intentaremos matar el mayor número de orcos, trolls o lo que el árbitro quiera ponernos por delante.
En fin, que en esas estaba, haciendo zapping para encontrar algo bueno con que entretenerme, habida cuenta de lo penosa que es la programación española, pero, para mi sorpresa, pasé tres horas la mar de entretenido. En el segundo canal de la Televisión Española pasaron un documental, de dos capítulos seguidos, en el que se relataba la vida del príncipe Eugenio de Saboya. Siendo un personaje prácticamente desconocido en España, puesto que en esa época nos pilló un poco liados con el tema de la Guerra de Sucesión, tras la muerte de Carlos II, ha de reconocerse su importancia con carácter europeo. No sólo frenó las ansias expansionistas turcas, evitando con ello que el Imperio Otomano y su cultura se enseñoreasen del centro de Europa, sino que además fue un gran genio financiero que logró una de las mayores fortunas de su tiempo, ayudando con ello y con su habilidad militar a sentar las bases del Imperio Austrohúngaro, viéndose así convertido en una de las mayores potencias del viejo continente hasta su desmembramiento en 1918.
Al terminar dicho doble documental, con los que pasé dos horas de mi tiempo, echaron otro documental sobre los comienzos de los ordenadores personales. Fue interesantísimo, puesto que todos conocemos los nombres de Wozniak, Jobs, Gates, etc, pero creo que poca gente sabe que fueron tres jóvenes italianos, allá por los principios de la década de los 50 del siglo anterior, los que tuvieron la fenomenal idea de convertir los mega ordenadores que ocupaban habitaciones enteras en pequeñas máquinas, no más grandes que una de escribir, para dar así comienzo a lo que serían los ordenadores personales. Todos los que vinieron después, como los nombres antes mencionados, se basaron en la máquina diseñada por esos tres jóvenes y producida por Olivetti, llamada Progamma 101. Los problemas financieros a los que tuvo que hacer frente esta empresa en la década posterior, vendiendo su departamento informático a General Electric, impidieron que dicha empresa italiana se convirtiera en el peso pesado de la industria informática en los años posteriores. ¿Quién sabe? Si esto no hubiera sido así, quizá hoy el sistema operativo usado por la gran mayoría no fuera Windows, sino Finestre.
Os estaréis preguntando a qué viene todo esto. Pues sí, es un largo prólogo para poner en antecedentes mis ideas, ya que mientras yo me distraía de esta guisa ante la denominada caja tonta, otros muchos sintonizaban otros canales, viendo programas como Sálvame o Tu cara me suena. Evidentemente, cada uno tenemos nuestros gustos y poseemos, de momento, la libertad para atender los programas que queramos, por lo que no voy a criticar si alguien vio este programa o aquel otro, a nivel particular, pero me parece lamentable que el programa de Antena3 llegase al 25% de la audiencia televisiva, y los bodrios de Tele5 a casi el 20%, mientras los estupendos y edificantes documentales que yo me tragué apenas alcanzaron al 2% de la población que en esos momentos estaba ante un televisor.
Con todo esto quiero destacar, una vez más, el aborregamiento al que estamos sometidos por parte de los medios de comunicación, conchabados con los gobiernos que sufrimos, dedicados más a esconder la cultura y a difundirla lo menos posible, subiendo los impuestos de forma escandalosa, como el IVA a los productos culturales, comparándolos con coches o yates de lujo, por ejemplo, o multando a los escritores jubilados por recibir royalties de novelas escritas mucho antes de su jubilación. Eso sí, si eres jubilado pero tienes dinero en acciones, el producto de ese peculio no cuenta para perder tu derecho a recibir la subvención de la jubilación. Las consecuencias suelen tener unas causas, lógicamente, y las causas que veo en todo esto son los intereses de los políticos en tener aborregados al personal, en un declive generalizado del cociente intelectual de los votantes.
Pero los votantes somos los que, en último término, tenemos la culpa de lo que ocurre, por seguir pulsando los botones de la telebasura que nos ponen por delante. Lo peor de todo es que luego nos quejamos de cómo está el país. Qué queremos, si un viernes por la noche tenemos a casi la mitad de la población que se quedó en casa ante un televisor ensimismados por unos programas que invitan a sus espectadores a suicidarse mentalmente…

El Condotiero

martes, 26 de enero de 2016

¡Qué de tontos!

             En medio de la actual vorágine representativa que nos rodea, con aquello de los efluvios del 20D, surge una polémica que nada tiene que ver. Todos los medios se han hecho eco de ella, incluso en alguno colocado en primera página de sus rotativos, y es que Fran Rivera ha decidido hacerse una fotografía con su hija pequeña en brazos mientras torea una vaquilla. Como ustedes comprenderán, se ha liado parda, pero es que ese anecdótico hecho, ya que espero que así lo sea y no lo haga a diario, ha sido tomado por bandera de aquéllos que defienden la tauromaquia, mientras que los animalistas han despotricado hasta quedarse afónicos.
¿Qué decir de la acción de ese irresponsable padre? Ya los espartanos castigaban a sus hijos que eran pillados robando, pero no por robar, ni mucho menos, sino que eran castigados por haberse dejado descubrir. Pues con Fran Rivera es lo mismo, pero podría incluso de calificarse de tonto, ya que ha sido él mismo el que ha subido la fotografía a una red social. Parece ser que son muchos los toreros los que torean con sus hijos pequeños en brazos, pero si nadie lo ve, nadie protesta. Independientemente de estar o no de acuerdo con el toreo, que ya saben lo que pienso del tema por mi entrada Y vosotros dominaréis la Tierra, este señor me parece un auténtico provocador, porque su publicación no era en absoluto necesaria y, además, es probable que no le salga gratis, porque, al parecer, el Defensor del Menor ya ha dicho que va a actuar en consonancia.
La de idioteces que la gente está diciendo al respecto o escribiéndolas en redes sociales no tiene parangón, pero los amantes del toreo y los compañeros de profesión del susodicho se llevan la palma, sin saber ya qué cosa nueva inventar para defender las torturas de los alberos.
Yo no voy a entrar de nuevo en la cuestión de toros sí, toros no, mi intención es ir al meollo de la cuestión en particular, o sea, en el riesgo innecesario al que ese torero ha expuesto a su hija. La demagogia es muy sencilla de montar, más aun de desmontar, para el que tenga algo más de 40 de cociente intelectual, pero teniendo en cuenta la cantidad de aquélla que ha habido en los últimos días, voy a intentarlo yo también, aunque con un poco más de razón.
Pienso yo que si Fran Rivera puede hacer lo que quiera con su hija y que, según ellos, no la ha puesto en peligro porque es un gran torero y sabe lo que hace, ¿por qué ponen multas a los padres que llevan a sus hijos en el coche sin las sillitas de seguridad apropiadas? ¿Acaso esos padres no saben conducir? Seguro que, si se les pregunta, ellos se consideran grandes conductores y no creen que sus hijos corran peligro montados en su coche. Y no me digan que el peligro en la carretera no siempre viene de ti mismo, que puede venir de otro coche y por ello las normas de seguridad. Bien, el peligro de la hija de Fran Rivera no era el propio Fran Rivera, sino la vaquilla, que seguramente no tendría ni carné de conducir. Ya puestos, si tampoco se va a multar a los padres por no tener las medidas de seguridad apropiadas para sus hijos en los coches, ¿por qué a mí me pueden multar por no abrocharme el cinturón de seguridad? Al fin y al cabo, yo no pongo en riesgo a nadie si no lo uso. Me parece algo totalmente arbitrario que a unos sí y a otros no.
El peligro de todo esto es que no sabemos dónde está el final de una progresión así, al igual que tampoco sabemos dónde puede estar el final de la prohibición de todo por parte de nuestros gobiernos, los cuales disfrutan sacando más y más leyes que nos obligan paulatinamente a convertirnos en auténticos borregos. Y no creo que ése sea el papel de los gobiernos, viendo cómo está el patio. Las normas deberían ser más ecuánimes y plasmar lo que siempre han sido los valores occidentales, es decir, la libertad de uno termina donde empieza la de otro. Así, la libertad de Fran Rivera para poner en peligro a su hija termina donde empieza la de su hija, o sea, donde empieza el derecho a su seguridad, ya que, al ser menor, no tiene conciencia de lo que estaba haciendo.
No sé qué tal caerá mi comentario, en un país donde la tauromaquia es cosa aparte. De hecho, hasta Ciudadanos, que tenía clara vocación antitaurina, cambió de opinión pocas semanas antes de las elecciones, por si la pérdida de votos de los amantes taurinos fuera a ser mayor de lo que pudieran aguantar. Observando los resultados, creo que el tiro les ha salido por la culata, o quizá la chicuelina desgarbada.

El Condotiero

lunes, 18 de enero de 2016

Estadistas y políticos

             Son dos palabras que, aunque en un principio son parecidas, semánticamente hablando, realmente no tienen nada que ver. En España, Cataluña incluida, no hay un solo estadista, pues se extinguieron hace décadas. De hecho, el último estadista que recuerdo en esta democracia española fue Adolfo Suárez. Eso sí, políticos tenemos para parar un tren. Y eso es lo que se podría hacer con ellos, ponerlos atados sobre una vía, a ver si son capaces de parar un AVE.
Por si alguien tiene alguna duda, aquí están las definiciones de la R.A.E. Sobre «político» está esta acepción: «Dicho de una persona: Que interviene en las cosas del gobierno y negocios del Estado», o ésta, «Actividad de quienes rigen o aspiran a regir los asuntos públicos». Sobre «estadista» dice esto otro: «Persona con gran saber y experiencia en los asuntos del Estado».
Como ejemplos puedo poner varios. Recuerdo que se hablaba de lo mal político que era el expresidente Rodríguez Zapatero. Discrepo de esa opinión. Creo que, sinceramente, fue un gran político, pero que, por el contrario, fue el estadista más patético de la Historia de la Humanidad. Digo que fue un gran político porque fue capaz de convencer a una mayoría de españoles que lo votaran, incluso en dos ocasiones, cuando ni tenía programa, ni tenía idea alguna de lo que estaba haciendo y gobernó a base de ocurrencias, algunas llevadas a la práctica, como el inútil y gravoso «Plan E», y otras no, afortunadamente, como su intento de prohibición del vino. En el otro lado puedo poner como ejemplo a Winston Churchill, el Primer Ministro británico, que fue un gran estadista capaz de aunar esfuerzos para evitar que el Reino Unido sucumbiera ante la marea nazi, pero fue un mal político, porque con ese magnífico bagaje que poseía fue incapaz de convencer a los británicos para que lo votaran apenas dos meses terminada la guerra en Europa.
¿Y a qué viene todo esto?, os preguntaréis. Pues todo esto viene a colación al circo que se está montando en España con respecto a los resultados de las elecciones generales del 20 de diciembre. Me parece un espectáculo lamentable los intentos de Pedro Sánchez de mantenerse a flote. Realmente, no tiene mucha escapatoria. Si acaba gobernando el PP, su propio partido lo va a desahuciar. Si hay nuevas elecciones, todo indica que muchos más votos se van a escapar hacia Podemos, con lo que un nuevo resultado sería aún peor para el PSOE. Esto quiere decir que Pedro Sánchez está acabado políticamente hablando, ocurra lo que ocurra, a no ser que sea él el nuevo presidente. Y a eso se agarra como último recurso. Para ello incluso ha prestado cuatro senadores para que los dos partidos independentistas catalanes tengan grupo propio en el Senado, con todo lo que ello conlleva. Ha tenido críticas al respecto, pero no suficientes, a mi gusto. Es evidente que su idea es que esos dos partidos independentistas al menos se abstengan cuando él se presente a candidato para presidir un gobierno español, después de que Rajoy no lo consiga, lo que a todas luces parece que va a ocurrir.
Por lo tanto, Pedro Sánchez me parece un pésimo estadista, capaz de vender España con tal de que él mismo no se hunda. Creo que él prefiere gobernar una España sin Cataluña que irse de patitas a la calle, a buscarse la vida. Pero no es el único. Pienso que la gran mayoría de los políticos españoles son pésimos estadistas que sólo buscan su interés personal, dándoles un ardite lo que le ocurra al país. Ni que decir tiene que opino lo mismo de los políticos catalanes, que no les importa hundir a su propio pueblo con tal de conseguir salvarse de todos los problemas de corrupción que los persiguen. En este caso, en el de los políticos catalanes, se podría rescatar el dicho ese de «más vale ser cabeza de ratón que cola de león».
Y la demagogia sigue y sigue. Cada uno de los políticos hace la lectura que le da la gana de los resultados electorales. Luego nos preguntamos cómo es posible que haya imanes que tergiversen las escrituras sagradas musulmanas para perseguir sus ambiciones. ¡Pero si aquí ocurre lo mismo! Los catalanes dicen que en las elecciones ha ganado el «sí a la independencia», cuando no llegan al 48% de los votos favorables, y eso juntando varios partidos, cuyos votantes no tienen por qué estar de acuerdo con haberse coaligado. En las elecciones generales, los políticos del PSOE dicen que han obtenido un resultado histórico… será por lo bajo, puesto que han sido sus peores resultados electorales de la democracia. Y es que dicen que los españoles han votado el cambio… Pero vamos a ver, la gente cuando vota no piensa que uno se va a coaligar con éste sí y con éste no. Los resultados han sido claros: 122 diputados PP, 90 PSOE, 69 Podemos, 40 Ciudadanos, etc, etc, etc. Buscar otra lectura de los resultados electorales es simplemente hacer demagogia.
Y digo yo, ¿no se puede hacer lo más lógico? ¿No se puede dejar que gobierne el PP en minoría, que es el partido que ha ganado las elecciones, y que cada vez que quiera hacer una ley deba recurrir al resto de partidos y, por tanto, conseguir unas leyes más ecuánimes y a gusto de todos?
Pero, claro, una cosa es lo que quiera el pueblo y otra es que ellos deban abandonar sus ambiciones personales…

El Condotiero

martes, 12 de enero de 2016

Creyentes y crédulos

             El ser humano es el único ente viviente del planeta que posee creencias relacionadas con el Más Allá. Desde que nos separamos de nuestros congéneres animales, hace de eso más de 5 millones de años, hemos ido desarrollando el cerebro con cada paso evolutivo, hasta llegar al único ser humano que queda en el planeta, el Homo Sapiens. El pensar nos ha dado capacidades de supervivencia superiores a las del resto de los animales, pero también nos ha hecho preguntarnos cosas casi desde el principio de nuestro ser, como ¿quién soy?, y ¿a dónde voy? Hoy en día no podemos ver lo mismo que veían nuestro ancestros que salieron de África hace unos 100.000 años, puesto que nuestro mismo progreso nos impide ver los cielos como se verían entonces, por culpa de la contaminación lumínica. Creo que fueron esas impresionantes vistas nocturnas las que alentaron a nuestros antepasados a hacerse las preguntas que antes he comentado.
El caso es que siempre nos hemos hecho las mismas preguntas y, hasta ahora, no hemos obtenido las repuestas categóricas. La Ciencia, por mucho que haya conseguido avanzar, y por más que lo logre en los años venideros, nunca será capaz de responderlas de forma satisfactoria. Y de ahí el gran invento que fue la religión. No sólo conseguía tranquilizar las conciencias humanas, sino que también lograba dar un sentido a la vida por la cual las personas no se despedazaran unas a otras sin ton ni son.
Aunque nos hemos separado bastante de las primeras religiones sincréticas y animistas, las religiones mayoritarias que hay en el mundo son muy parecidas e, incluso, entroncan con religiones ya desaparecidas, como la egipcia, todavía sobreviviendo Isis y Horus a través de sus trasuntos Virgen María y Cristo. Quizá exista una conciencia colectiva del ser humano que nos haga resucitar las antiguas leyendas de culturas desaparecidas hace milenios.
Yo entiendo la religión, sus orígenes, su significado y su razón de ser, y respeto a las personas que profesan alguna de las religiones existentes como vehículo para satisfacer sus anhelos y ahuyentar sus miedos, mientras, de paso, se convierten en mejores personas, puesto que todas las religiones abogan por el buen trato al prójimo, independientemente de lo que digan algunos fanáticos religiosos. Lo que no entiendo y no entenderé jamás es la necesidad que algunos, o muchos, tienen de que haya personas que sean vínculos entre ellos mismos y las deidades que veneren. Respeto al máximo al que siga a Cristo, a Mahoma, a Buda o a los extraterrestres de Ganímedes, pero no respeto de ninguna manera al que se deja manipular por personas como ellos que se han apropiado de la cualidad de intermediarios entre los dioses y el resto de la Humanidad.
Ya desde los principios de los tiempos, con la creación de mitos y la veneración de la Madre naturaleza, los shamanes se convirtieron en las segundas personas más importantes de las tribus, por detrás de los jefes, aunque algunas veces llegaron a ser las primeras. El poder que siempre han manejado los que ejercían el sacerdocio, fuera de la religión que fuese, ha llevado por norma general a la degeneración de los credos que pregonaban, intentando de todas las maneras posibles mantenerse en el poder y aunar más si pudieran. La perversión de las interpretaciones que han hecho de los escritos sagrados ha sido patente, apoderándose de la potestad de ser los únicos con la capacidad suficiente para leer dichos escritos, como si el resto de la población no fuera capaz de leer por sí mismos. De hecho, en muchas ocasiones han sido los mismos sacerdotes de las religiones los que han intentado ser los únicos en saber leer esos misteriosos signos que eran ideogramas o letras.
Ejemplos a miles, y uno de los más cercanos en nuestro país y en la época más debatida en los últimos años: la II República. Tal era la ascendencia que profesaban los sacerdotes en las incultas masas españolas en la primera mitad del S.XX, que los partidos de izquierdas de la II República española no querían que las mujeres pudieran votar. Esto es algo desconocido por la gran cantidad de seguidores republicanos que hoy en día pululan por España, pero es la verdad. Los políticos de izquierdas creían que las incultas mujeres de los pueblos españoles votarían lo que pregonasen los curas desde los púlpitos. Y llevaban parte de razón, para qué negarlo.
Con todo, no niego la religiosidad de las personas y de las civilizaciones, pero no creo que sean necesarias las personas que hacen de intermediarias entre los creyentes y sus dioses. Eso es un producto de anteriores épocas, donde la gente era más crédula y más analfabeta, pero hoy ya hemos descubierto su juego y, aunque muchos de ellos lo hagan de buena fe, su labor es superflua e innecesaria. Algunos dirán que los sacerdotes hacen buen trabajo ayudando a los demás, y yo les digo que no hace falta que se hagan sacerdotes, imanes, rabinos o lo que sea para hacer el bien. Uno puede ser buena persona y dedicarse a ayudar a los demás, en la medida de sus posibilidades, sin apropiarse del derecho de puente divino. Que algunos, como dije antes, lo hagan de buena fe no significa que estén en lo cierto, y mucho menos cuando hay muchos que no lo hacen de buena fe, como los sacerdotes católicos manchados de pederastia, los imanes sedientos de sangre infiel o los telepredicadores ávidos del dinero de sus incautos seguidores, por no olvidarnos de aquellos gurús de sectas peligrosísimas que lobotomizan a los individuos y luego los esclavizan sexualmente o, peor, los convencen de la necesidad de suicidarse en masa para conseguir comulgar con el poder que ellos representan y así salvar sus pecadoras almas.
Viendo cómo las civilizaciones humanas se han desangrado unas a otras, a lo largo de la Historia, en nombre de un Dios u otro, cómo millones de crédulos dan pábulo a mentiras obvias soltadas por individuos profetizados y cómo otros tantos millones de individuos son capaces de coartar sus libertades con tal de seguir con fidelidad escrituras sagradas redactadas por a saber quién, me da la impresión de que quizá el hombre no sea tan inteligente, al fin y al cabo, y sean los animales, que sólo piensan en comer, cagar y copular, sin importarles en absoluto quiénes son y a dónde van, los privilegiados habitantes de este tonto planeta.

El Condotiero

lunes, 11 de enero de 2016

El esperpento catalán

             La comedia catalana continúa y todos podríamos reírnos mucho si no fuera porque más que comedia es una tragedia. Al menos para los catalanes. El último capítulo del serial ha sido la proclamación como Presidente de la Comunidad Autónoma de Cataluña de un político del mismo partido que el anterior presidente, pero que iba de «tapadillo» en las listas electorales, esto es, el número tres por Gerona, provincia de cuya capital ya es alcalde.
Sí que me hacen gracia las declaraciones de los políticos, de un color o de otro, da igual. Pero los que rayan el absurdo son los políticos de la coalición por la independencia. Parecerían de la ONG, también catalana, Payasos Sin Fronteras, si no fuera porque precisamente fronteras son lo que nos quieren imponer. Ahora dicen que el señor Mas ha demostrado gran amplitud de miras y una inmensa generosidad al apartarse para que se pueda formar un gobierno en Cataluña y no fastidiar a los catalanes con unas nuevas elecciones. Im-prezionante. Eso hubiera sido verdad si lo hubiera hecho a la semana de haberse producido las elecciones catalanas, no tres meses y medio después y el último día antes de que fuera obligatorio convocar nuevas elecciones. El señor Mas ha demostrado que Cataluña le importa bastante poco y sólo se cuida de su propio futuro y el de su partido, que está dando las últimas boqueadas. El ya expresidente catalán sabía perfectamente, porque nadie ha dicho que sea tonto, que unas nuevas elecciones hundirían a su partido, y de paso a él, en el fondo del panorama político catalán. Una pérdida semejante de poder conllevaría una menor defensa a los casos de corrupción en los que están inmersos tanto su partido como dirigentes anteriores de su partido, con montos superiores de apropiación de más de 2.500 millones de euros, cantidades que dejan en anecdóticos los casos Barcenas, Gürtel y demás.
Ya sabemos todos que el vuelco independentista de gente como Mas, Puyol, etc, se debe a una huida hacia delante, a un desviar la mirada de los demás hacia otro punto candente que no sea sus propias cuentas y el famoso «3%». Que la actuación del señor Mas se vea como de una gran generosidad, cuando está introduciendo una región habitada por más de siete millones y medio de personas en un pozo del Averno sin salida posible, me parece una tomadura de pelo y un esperpento lamentable. Pero más lamentable es que haya tanto tonto que les dé la razón y les siga con sus banderitas con estrella mientras queman las españolas.
Lo que más estúpido me parece, aun, es que ni siquiera poseen una mayoría clara para exigir la independencia. Yo creo que para que puedan ser escuchados deberían tener como mínimo dos tercios de apoyo, pero es que no llegan ni a la mitad. En el parlamento catalán tendrán ahora mayoría, pero no de votos, que es lo que importa a la hora de tomar una decisión tan drástica como es la ruptura con el estado español. Los partidos que ahora se acaban de unir para elegir un presidente que los lidere por la senda de la independencia sólo tienen el respaldo del 48% de los votos. O sea, que hay un 52% de catalanes que no quieren la independencia. ¿Qué van a hacer si la consiguen? ¿Matarlos a todos? ¿Expulsarlos de la República de Cataluña? ¿Dejar que se queden pero como ciudadanos de segunda? ¿O simplemente serían españoles que viven en Cataluña como extranjeros?
Mientras tanto, en estos tres meses y medio en que han estado jugando al gato y al ratón, Cataluña ha pasado por graves problemas de financiación, con las farmacias endeudándose y, algunas, cerrando, con pacientes sin medicamentos y la situación financiera general cayendo poco a poco, porque las consultoras extranjeras, de quienes se fijan los inversores para saber si su dinero estará seguro en un lugar o no, han ido rebajando sus índices de previsión y de seguridad de Cataluña.
Lo que a mí me molesta en particular no es todo esto, pues realmente cada vez pienso más que si Cataluña se fuera de España, Andalucía se vería favorecida. Lo que me molesta es que ahora el panorama político español se vea sumergido en el remolino que los catalanes han creado. A pocos días de que el partido con mayor número de votos y escaños en las Cortes españolas, que es el PP, tenga que presentar un proyecto de gobierno, se manda ese órdago desde Barcelona y los partidos constitucionalistas deben pensar ahora cómo hacerles frente. Y es que estoy un poco harto de que todo se mueva según digan o no los catalanes. Señores, si la mayoría de empresas con base en Cataluña piensan venirse a España y la cantidad de catalanes que están trabajando fuera de Cataluña prometiesen que se volverían a su país, yo también quiero votar por la independencia de Cataluña. Sí a la República de Cataluña, Jo estic a favor de la República de Catalunya.

El Condotiero

viernes, 8 de enero de 2016

La dictadura de las administraciones

             En estos momentos estoy metido en un buen lío con la administración del Ayuntamiento de Cádiz. No es que yo haya hecho nada en particular, aparte de vivir en esta ciudad. La cuestión debería tener fácil arreglo, o al menos así yo lo veo, pero claro, decir que para las administraciones públicas algo debería tener fácil arreglo es una incongruencia de tomo y lomo.
Me explico: resulta que estoy viviendo en una casa de nueva construcción, por lo que el pago del Impuesto de Bienes Inmuebles se ha ido retrasando hasta que la oficina del Catastro se ha puesto al día. Para ello han tardado casi tres años, ya que las llaves de los pisos de mi edificio las dieron a sus propietarios el día 31 de diciembre de 2012 y el primer recibo del IBI lo recibimos por mayo de 2015, pero es que los recibos atrasados de 2013 y 2014 los hemos tenido en nuestro poder a partir de septiembre de 2015. Eso sí, nada de pedir perdón por el retraso, todo lo contrario, porque nos daban un mes de plazo para pagar los recibos completos de los dos años en un solo mes, como si el tema fuera culpa nuestra. Al que tuviera plaza de garaje además de su piso, como es mi caso, se le ponía la tontería en casi 1000 euros. No contentos con humillarte de tal forma, si ibas y les decías que no podías desembolsar 1000 euros como quien no quiere la cosa, sin vaselina ni nada, te informaban que tenías la facilidad de cumplirlos en cómodas mensualidades, pero pagando intereses, por supuesto. Que ellos no hayan hecho su trabajo diligentemente y te pasen la minuta con casi tres años de retraso no importa, tú tienes que abonar cuando ellos digan y punto.
Hasta ahí bien, mejor dicho, mal, pero todavía hay más. Resulta que se equivocan y me hacen pagar una plaza de garaje que no es mía y ahora me dicen que tengo que abonar la que es mía. Nada de perdón por la equivocación, sino que debo pagar sin rechistar. Evidentemente, nadie me puede pedir perdón, porque cuando voy al Ayuntamiento me dicen que el error es de la oficina del Catastro y que debo arreglarlo allí. Supongo que ustedes son lo bastante inteligentes para saber qué me dijeron en la oficina del Catastro. Efectivamente, que la culpa era del Ayuntamiento. De todas formas, conseguí que me arreglaran parte del entuerto, quitándome la titularidad de la plaza del garaje que no era mía. Algo es algo.
Después a lidiar con el Ayuntamiento, de nuevo. Y no tengo queja alguna de los trabajadores que allí me han atendido (y me atenderán, puesto que aún no he terminado de solucionar el problema), sino de los procedimientos administrativos a los que están obligados a seguir como corderitos, sin ninguna posibilidad de torearlos, pues carecen de flexibilidad.
Y es que los procedimientos administrativos a los que estamos sujetos se basan en una premisa falsa, un dogma inamovible que dice que la Administración nunca se equivoca. Claro, en el momento en el que el dogma falla, pues conmigo han metido la pata hasta el hígado, nadie sabe como solucionar mi caso, ya que en la biblia administrativa no aparece el epígrafe «Error de la Administración: cómo solucionarlo». Ahora los trabajadores del Ayuntamiento de Cádiz se tienen que poner en contacto con un informático de Sevilla, para ver qué se puede hacer con mi caso.
Mi hermano es abogado y hablé con él de la posibilidad de ponerle una demanda al Ayuntamiento, con la idea (yo no he estudiado Derecho y se nota) de que todo se quedase paralizado hasta que se dictase quién lleva la razón, que, por supuesto, soy yo. Me encantaría no llevar razón y que me regalasen esa segunda plaza de garaje de la cual he pagado el IBI, pero me temo que eso no va a pasar. Mi hermano, el abogado, me quitó la idea de la cabeza. Me dijo que el tema podría llevarse tres años en el Juzgado y que, mientras tanto, yo tendría que abonar todo lo que el Ayuntamiento me pidiera, porque ellos tienen el poder y es irrefutable. Con la administración no te metas, me dijo, tienes todas las de perder, aunque lleves razón y lo puedas demostrar.
En fin, el caso es que ahí estoy, perdiendo mi tiempo y mi dinero (en transporte público) en las ventanillas del Ayuntamiento de Cádiz, para que sus funcionarios me arreglen un error que ellos han cometido. El caso es que allí todo el mundo cobra a final de mes, comentan errores o no, y se van a su casa cuando termine su turno de trabajo, hayan solucionado los problemas ocasionados por ellos o no, pero los ciudadanos de a pie pierden montones de horas haciendo colas, deben regirse según sus normas, incontestables, y no pueden casi ni protestar, ya que los juzgados poco pueden hacer contra las administraciones públicas. Si esto no es una dictadura, que baje Franco y lo vea…

El Condotiero