martes, 26 de enero de 2016

¡Qué de tontos!

             En medio de la actual vorágine representativa que nos rodea, con aquello de los efluvios del 20D, surge una polémica que nada tiene que ver. Todos los medios se han hecho eco de ella, incluso en alguno colocado en primera página de sus rotativos, y es que Fran Rivera ha decidido hacerse una fotografía con su hija pequeña en brazos mientras torea una vaquilla. Como ustedes comprenderán, se ha liado parda, pero es que ese anecdótico hecho, ya que espero que así lo sea y no lo haga a diario, ha sido tomado por bandera de aquéllos que defienden la tauromaquia, mientras que los animalistas han despotricado hasta quedarse afónicos.
¿Qué decir de la acción de ese irresponsable padre? Ya los espartanos castigaban a sus hijos que eran pillados robando, pero no por robar, ni mucho menos, sino que eran castigados por haberse dejado descubrir. Pues con Fran Rivera es lo mismo, pero podría incluso de calificarse de tonto, ya que ha sido él mismo el que ha subido la fotografía a una red social. Parece ser que son muchos los toreros los que torean con sus hijos pequeños en brazos, pero si nadie lo ve, nadie protesta. Independientemente de estar o no de acuerdo con el toreo, que ya saben lo que pienso del tema por mi entrada Y vosotros dominaréis la Tierra, este señor me parece un auténtico provocador, porque su publicación no era en absoluto necesaria y, además, es probable que no le salga gratis, porque, al parecer, el Defensor del Menor ya ha dicho que va a actuar en consonancia.
La de idioteces que la gente está diciendo al respecto o escribiéndolas en redes sociales no tiene parangón, pero los amantes del toreo y los compañeros de profesión del susodicho se llevan la palma, sin saber ya qué cosa nueva inventar para defender las torturas de los alberos.
Yo no voy a entrar de nuevo en la cuestión de toros sí, toros no, mi intención es ir al meollo de la cuestión en particular, o sea, en el riesgo innecesario al que ese torero ha expuesto a su hija. La demagogia es muy sencilla de montar, más aun de desmontar, para el que tenga algo más de 40 de cociente intelectual, pero teniendo en cuenta la cantidad de aquélla que ha habido en los últimos días, voy a intentarlo yo también, aunque con un poco más de razón.
Pienso yo que si Fran Rivera puede hacer lo que quiera con su hija y que, según ellos, no la ha puesto en peligro porque es un gran torero y sabe lo que hace, ¿por qué ponen multas a los padres que llevan a sus hijos en el coche sin las sillitas de seguridad apropiadas? ¿Acaso esos padres no saben conducir? Seguro que, si se les pregunta, ellos se consideran grandes conductores y no creen que sus hijos corran peligro montados en su coche. Y no me digan que el peligro en la carretera no siempre viene de ti mismo, que puede venir de otro coche y por ello las normas de seguridad. Bien, el peligro de la hija de Fran Rivera no era el propio Fran Rivera, sino la vaquilla, que seguramente no tendría ni carné de conducir. Ya puestos, si tampoco se va a multar a los padres por no tener las medidas de seguridad apropiadas para sus hijos en los coches, ¿por qué a mí me pueden multar por no abrocharme el cinturón de seguridad? Al fin y al cabo, yo no pongo en riesgo a nadie si no lo uso. Me parece algo totalmente arbitrario que a unos sí y a otros no.
El peligro de todo esto es que no sabemos dónde está el final de una progresión así, al igual que tampoco sabemos dónde puede estar el final de la prohibición de todo por parte de nuestros gobiernos, los cuales disfrutan sacando más y más leyes que nos obligan paulatinamente a convertirnos en auténticos borregos. Y no creo que ése sea el papel de los gobiernos, viendo cómo está el patio. Las normas deberían ser más ecuánimes y plasmar lo que siempre han sido los valores occidentales, es decir, la libertad de uno termina donde empieza la de otro. Así, la libertad de Fran Rivera para poner en peligro a su hija termina donde empieza la de su hija, o sea, donde empieza el derecho a su seguridad, ya que, al ser menor, no tiene conciencia de lo que estaba haciendo.
No sé qué tal caerá mi comentario, en un país donde la tauromaquia es cosa aparte. De hecho, hasta Ciudadanos, que tenía clara vocación antitaurina, cambió de opinión pocas semanas antes de las elecciones, por si la pérdida de votos de los amantes taurinos fuera a ser mayor de lo que pudieran aguantar. Observando los resultados, creo que el tiro les ha salido por la culata, o quizá la chicuelina desgarbada.

El Condotiero

1 comentario:

  1. A ese le daba un pico y a trabajar a la mina! Y a todos los toreros o matadores/asesinos de toros lo mismo.

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