En estos momentos estoy metido en un buen lío con la
administración del Ayuntamiento de Cádiz. No es que yo haya hecho nada en
particular, aparte de vivir en esta ciudad. La cuestión debería tener fácil
arreglo, o al menos así yo lo veo, pero claro, decir que para las
administraciones públicas algo debería tener fácil arreglo es una incongruencia
de tomo y lomo.
Me explico: resulta que estoy viviendo en una casa de
nueva construcción, por lo que el pago del Impuesto de Bienes Inmuebles se ha
ido retrasando hasta que la oficina del Catastro se ha puesto al día. Para ello
han tardado casi tres años, ya que las llaves de los pisos de mi edificio las
dieron a sus propietarios el día 31 de diciembre de 2012 y el primer recibo del
IBI lo recibimos por mayo de 2015, pero es que los recibos atrasados de 2013 y
2014 los hemos tenido en nuestro poder a partir de septiembre de 2015. Eso sí,
nada de pedir perdón por el retraso, todo lo contrario, porque nos daban un mes
de plazo para pagar los recibos completos de los dos años en un solo mes, como
si el tema fuera culpa nuestra. Al que tuviera plaza de garaje además de su
piso, como es mi caso, se le ponía la tontería en casi 1000 euros. No contentos
con humillarte de tal forma, si ibas y les decías que no podías desembolsar
1000 euros como quien no quiere la cosa, sin vaselina ni nada, te informaban
que tenías la facilidad de cumplirlos en cómodas mensualidades, pero pagando
intereses, por supuesto. Que ellos no hayan hecho su trabajo diligentemente y
te pasen la minuta con casi tres años de retraso no importa, tú tienes que
abonar cuando ellos digan y punto.
Hasta ahí bien, mejor dicho, mal, pero todavía hay
más. Resulta que se equivocan y me hacen pagar una plaza de garaje que no es mía
y ahora me dicen que tengo que abonar la que es mía. Nada de perdón por la
equivocación, sino que debo pagar sin rechistar. Evidentemente, nadie me puede
pedir perdón, porque cuando voy al Ayuntamiento me dicen que el error es de la
oficina del Catastro y que debo arreglarlo allí. Supongo que ustedes son lo
bastante inteligentes para saber qué me dijeron en la oficina del Catastro.
Efectivamente, que la culpa era del Ayuntamiento. De todas formas, conseguí que
me arreglaran parte del entuerto, quitándome la titularidad de la plaza del
garaje que no era mía. Algo es algo.
Después a lidiar con el Ayuntamiento, de nuevo. Y no
tengo queja alguna de los trabajadores que allí me han atendido (y me
atenderán, puesto que aún no he terminado de solucionar el problema), sino de
los procedimientos administrativos a los que están obligados a seguir como
corderitos, sin ninguna posibilidad de torearlos, pues carecen de flexibilidad.
Y es que los procedimientos administrativos a los que
estamos sujetos se basan en una premisa falsa, un dogma inamovible que dice que
la Administración nunca se equivoca. Claro, en el momento en el que el dogma
falla, pues conmigo han metido la pata hasta el hígado, nadie sabe como
solucionar mi caso, ya que en la biblia administrativa no aparece el epígrafe
«Error de la Administración: cómo solucionarlo». Ahora los trabajadores del
Ayuntamiento de Cádiz se tienen que poner en contacto con un informático de
Sevilla, para ver qué se puede hacer con mi caso.
Mi hermano es abogado y hablé con él de la
posibilidad de ponerle una demanda al Ayuntamiento, con la idea (yo no he
estudiado Derecho y se nota) de que todo se quedase paralizado hasta que se
dictase quién lleva la razón, que, por supuesto, soy yo. Me encantaría no
llevar razón y que me regalasen esa segunda plaza de garaje de la cual he
pagado el IBI, pero me temo que eso no va a pasar. Mi hermano, el abogado, me
quitó la idea de la cabeza. Me dijo que el tema podría llevarse tres años en el
Juzgado y que, mientras tanto, yo tendría que abonar todo lo que el
Ayuntamiento me pidiera, porque ellos tienen el poder y es irrefutable. Con la
administración no te metas, me dijo, tienes todas las de perder, aunque lleves
razón y lo puedas demostrar.
En fin, el caso es que ahí estoy, perdiendo mi tiempo
y mi dinero (en transporte público) en las ventanillas del Ayuntamiento de
Cádiz, para que sus funcionarios me arreglen un error que ellos han cometido.
El caso es que allí todo el mundo cobra a final de mes, comentan errores o no,
y se van a su casa cuando termine su turno de trabajo, hayan solucionado los
problemas ocasionados por ellos o no, pero los ciudadanos de a pie pierden
montones de horas haciendo colas, deben regirse según sus normas,
incontestables, y no pueden casi ni protestar, ya que los juzgados poco pueden
hacer contra las administraciones públicas. Si esto no es una dictadura, que
baje Franco y lo vea…
El Condotiero
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