lunes, 11 de enero de 2016

El esperpento catalán

             La comedia catalana continúa y todos podríamos reírnos mucho si no fuera porque más que comedia es una tragedia. Al menos para los catalanes. El último capítulo del serial ha sido la proclamación como Presidente de la Comunidad Autónoma de Cataluña de un político del mismo partido que el anterior presidente, pero que iba de «tapadillo» en las listas electorales, esto es, el número tres por Gerona, provincia de cuya capital ya es alcalde.
Sí que me hacen gracia las declaraciones de los políticos, de un color o de otro, da igual. Pero los que rayan el absurdo son los políticos de la coalición por la independencia. Parecerían de la ONG, también catalana, Payasos Sin Fronteras, si no fuera porque precisamente fronteras son lo que nos quieren imponer. Ahora dicen que el señor Mas ha demostrado gran amplitud de miras y una inmensa generosidad al apartarse para que se pueda formar un gobierno en Cataluña y no fastidiar a los catalanes con unas nuevas elecciones. Im-prezionante. Eso hubiera sido verdad si lo hubiera hecho a la semana de haberse producido las elecciones catalanas, no tres meses y medio después y el último día antes de que fuera obligatorio convocar nuevas elecciones. El señor Mas ha demostrado que Cataluña le importa bastante poco y sólo se cuida de su propio futuro y el de su partido, que está dando las últimas boqueadas. El ya expresidente catalán sabía perfectamente, porque nadie ha dicho que sea tonto, que unas nuevas elecciones hundirían a su partido, y de paso a él, en el fondo del panorama político catalán. Una pérdida semejante de poder conllevaría una menor defensa a los casos de corrupción en los que están inmersos tanto su partido como dirigentes anteriores de su partido, con montos superiores de apropiación de más de 2.500 millones de euros, cantidades que dejan en anecdóticos los casos Barcenas, Gürtel y demás.
Ya sabemos todos que el vuelco independentista de gente como Mas, Puyol, etc, se debe a una huida hacia delante, a un desviar la mirada de los demás hacia otro punto candente que no sea sus propias cuentas y el famoso «3%». Que la actuación del señor Mas se vea como de una gran generosidad, cuando está introduciendo una región habitada por más de siete millones y medio de personas en un pozo del Averno sin salida posible, me parece una tomadura de pelo y un esperpento lamentable. Pero más lamentable es que haya tanto tonto que les dé la razón y les siga con sus banderitas con estrella mientras queman las españolas.
Lo que más estúpido me parece, aun, es que ni siquiera poseen una mayoría clara para exigir la independencia. Yo creo que para que puedan ser escuchados deberían tener como mínimo dos tercios de apoyo, pero es que no llegan ni a la mitad. En el parlamento catalán tendrán ahora mayoría, pero no de votos, que es lo que importa a la hora de tomar una decisión tan drástica como es la ruptura con el estado español. Los partidos que ahora se acaban de unir para elegir un presidente que los lidere por la senda de la independencia sólo tienen el respaldo del 48% de los votos. O sea, que hay un 52% de catalanes que no quieren la independencia. ¿Qué van a hacer si la consiguen? ¿Matarlos a todos? ¿Expulsarlos de la República de Cataluña? ¿Dejar que se queden pero como ciudadanos de segunda? ¿O simplemente serían españoles que viven en Cataluña como extranjeros?
Mientras tanto, en estos tres meses y medio en que han estado jugando al gato y al ratón, Cataluña ha pasado por graves problemas de financiación, con las farmacias endeudándose y, algunas, cerrando, con pacientes sin medicamentos y la situación financiera general cayendo poco a poco, porque las consultoras extranjeras, de quienes se fijan los inversores para saber si su dinero estará seguro en un lugar o no, han ido rebajando sus índices de previsión y de seguridad de Cataluña.
Lo que a mí me molesta en particular no es todo esto, pues realmente cada vez pienso más que si Cataluña se fuera de España, Andalucía se vería favorecida. Lo que me molesta es que ahora el panorama político español se vea sumergido en el remolino que los catalanes han creado. A pocos días de que el partido con mayor número de votos y escaños en las Cortes españolas, que es el PP, tenga que presentar un proyecto de gobierno, se manda ese órdago desde Barcelona y los partidos constitucionalistas deben pensar ahora cómo hacerles frente. Y es que estoy un poco harto de que todo se mueva según digan o no los catalanes. Señores, si la mayoría de empresas con base en Cataluña piensan venirse a España y la cantidad de catalanes que están trabajando fuera de Cataluña prometiesen que se volverían a su país, yo también quiero votar por la independencia de Cataluña. Sí a la República de Cataluña, Jo estic a favor de la República de Catalunya.

El Condotiero

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